sábado, 25 de septiembre de 2010

Los desposorios

“La generación de Jesucristo fue así: Estando desposada su madre María con José, antes de que conviviesen, se encontró que había concebido en su seno por obra del Espíritu Santo. José su esposo, como era justo y no quería exponerla a infamia, pensó repudiarla en secreto”(Mt 1, 18-19).
Desposorios en hebreo se dice "Erusim". Y la palabra que se utiliza para matrimonio es "Kidushim". Según la tradición hebrea los desposorios se concertaban bastante tiempo antes de la boda. Era como un noviazgo formal, en el que se entendía que ya había como un contrato. Ese desposorio se trataba de algo tan fuerte, que para que se volvieran atrás las partes tenía que suceder algo muy grave. El contrato de desposorio quedaba por escrito, y si sucedía algo grave era necesario proceder a la rescisión del contrato. Si el marido tenía que repudiar a la mujer por lo que había sucedido, ésta le tenía que pagar una suma de dinero. De hecho, la chica desposada, si moría su novio o futuro marido antes de producirse el matrimonio, en cualquier de los casos, se la consideraba como mujer viuda, o que había enviudado. Aquí se aprecia lo fuerte que era el contrato del desposorio.
Desde los desposorios hasta el matrimonio los novios no vivían juntos. Cuando llega el momento del matrimonio, el marido lleva a su casa a la novia en una procesión. Les acompañan los amigos del novio. Se hace la entrada oficial de la mujer en la casa y familia del hombre. A esa familia pasará a formar parte la mujer desde ese momento.
En el pasaje del Evangelio que hemos leído María y José estaban ya desposados, pero no vivían juntos. Al ver José que la Virgen estaba encinta, decide repudiarla, rechazarla como esposa, en secreto. De esta forma él se hubiera ido, y él mismo habría quedado ante la sociedad como culpable. Haciendo esto habría rechazado a su novia sin pedir nada a cambio, es decir, asumiendo de esta manera que la culpa había sido suya.
Impresionante la santidad de san José, su generosidad y amor a la Virgen. Dios lo premia confiándole el secreto de que Mesías ya ha venido al mundo encarnándose en el vientre de su esposa.