sábado, 14 de mayo de 2011

El puerto de Magdala

Esta vez nos vamos a fijar en el puerto de esta ciudad tan importante, la de mayor población de la región de Galilea. El puerto se puede apreciar en las excavaciones que se encontraba en la parte este de la plaza. Se han descubierto unas piedras que sobresalen con un agujero en medio, y da la impresión de que servirían para los amarres de los barcos. Además, en la trinchera excavada para descubrir la zona de amarre del puerto, se aprecia una especie de rampa descendente en el sentido del lago, y frente al puerto una serie de sedimentos cuyo estudio podrá aportar mucho a la historia del lago. Hay pocas dudas de que esta estructura sea otra cosa. Se trata, sin duda del puerto de la época herodiana que, entre otras cosas, permite ya fijar cuál era el nivel del lago en el siglo I. Todos estos datos dan idea, en primer lugar, de la magnitud de la ciudad. Magdala era una verdadera polis en todos los sentidos. La cantidad de monedas de todo tipo y época habla de transacciones comerciales habituales, que no tenían lugar en las localidades cercanas (en Cafarnaún apenas se han encontrado monedas). La delicada cerámica de todas las formas y tamaños revela un nivel de vida típicamente urbano. Las construcciones públicas revelan también una gran ciudad. Estos datos hacen pensar en un recinto urbano extendido con suburbios anejos y poblaciones vinculadas a ella, según un modelo muy común en la antigüedad. De entre todas estas características, quizás la que más destaca es el aspecto económico. Magdala era una ciudad comercial antes que nada. Las monedas, las pesas y medidas, y la presencia de un agonanomos apuntan en este sentido. Este comercio giraba en torno a la pesca y la elaboración del pescado, pero también, muy probablemente, en torno al tráfico de productos entre el Oriente y Roma. Hay que situar a Magdala en el marco de la economía relacionada con la pesca pero también del comercio. No hay que olvidar que la pesca era una actividad que se reducía prácticamente a los meses de invierno, cuando los peces acudían a las aguas templadas del noroeste. ¿Qué hacía la flota del Magdala… y la del resto del lago en los demás meses? Llama la atención que, teniendo una ciudad así, Herodes decidiera construir su capital seis kilómetros al sur con las dificultades que esto creaba. No parece suficiente el hecho de que allí se encontraban fuentes termales. Parece que es más razonable pensar que Magdala era una ciudad con gran personalidad y autonomía, con grupos sociales fuertes, en la que Herodes Antipas no se habría sentido cómodo. La presencia de unos baños de semejante envergadura es un hecho intrigante. Necesariamente hay que relacionarlos con el floreciente comercio y éste, a su vez, con el tráfico de mercancías en el oriente del imperio. Cabría pensar que Magdala era una estación dentro de una ruta comercial. Los baños son una de las infraestructuras que se suelen encontrar en las estaciones de las rutas comerciales (piénsese, por ejemplo en las caravanas nabateas o, más tarde, en las de la época bizantina y mameluca). Al este de Magdala están las ciudades de la Decápolis, que tenían sus respectivos puertos en el lago (Kursi, Hippos y alguna otra). Llegadas al este del lago, las mercancías se trasladaban en barco hasta Magdala, desde donde eran transportadas por la Via Maris hasta Ptolemais (o quizás también hasta Cesarea). Las caravanas de oriente llegaban hasta las ciudades de la Decápolis.



La famosa barca de que hablamos en otra entrada, encontrada en Ginosar, aunque se ha querido reconstruir a partir del mosaico de Magdala, en realidad tiene otra forma. Podría pensarse, entonces, que la forma del mosaico de Magdala no reproduce la de los barcos del lago, sino la de una compañía naviera más amplia. Una barca muy parecida ha sido identificada en una piedra reutilizada en un muro del Santo Sepulcro. Al principio se pensó que se trataba de un grafito dedicado por peregrinos cristianos, pero los rasgos de la barca (doble timón en la proa) la identifican como una barca del siglo I. Tal vez es una inscripción de peregrinos judíos. En todo caso, esta representación ayuda a relacionar la barca de Magdala con las que circulaban por el Mediterráneo. Por otro lado, el barco del mosaico de Magdala no parece un barco de pesca, sino un barco para el transporte de mercancías. Lee E. Levine afirma que en las ciudades portuarias los ciudadanos romanos a veces establecían compañías de transporte por barco, y ofrece el dato interesante de la presencia de negotiatores en Jerusalén, ya desde los tiempos de Pompeyo. Ahora bien, si el puerto de Magdala estaba vinculado a una compañía naviera (navigatores et negotiatores), entonces, cabría suponer que no era el único puerto de la ciudad. Sorprendentemente, los hallazgos de esta zona tienen muy poca relación con la industria de la conserva del pescado, que parece haber sido floreciente en Magdala. La pesca y la preparación de estos productos eran considerados oficios inferiores. ¿No podría pensarse que la descarga del pescado tenía su propio puerto, que estaría cercano a las instalaciones donde se procesaba? La costa del lago ofrece posibilidades para construir diversos puertos y el del pescado no necesitaba ser tan sofisticado. A diferencia de las otras mercancías, la del pescado salado y el garum comenzaba en Magdala su itinerario comercial.



Todas estas actividades pesqueras las conocería bien el Señor, que además pasó tres años con los apóstoles, en su mayoría pescadores. Muchas veces hablarían de pesca y de trabajos de pesca. Y es lógico que saliera a colación Magdala y su importante influencia en la zona como centro pesquero de la zona del mar de Galilea.