sábado, 12 de mayo de 2012

La tienda del encuentro.

Después que el pecado rompiera la unión con Dios, el Creador decidió salvar a la humanidad, y lo hizo a través de una serie de etapas. En primer lugar la alianza que hizo con Noe después del diluvio expresa el comienzo de la historia de la salvación. Más tarde el Señor elige a Abraham para hacerlo padre de un gran pueblo, que será el pueblo de Dios. Luego llegamos a la etapa de los patriarcas, elegidos por Dios para conducir a su pueblo. Después Dios constituye a Israel como su pueblo salvándole de la esclavitud de Egipto. Establece con él la alianza del Sinai y le da a través de Moisés su Ley para que le sirva como único Dios, esperando la venida del Mesías, el Salvador prometido. Mientras caminaba Moisés con el pueblo de Dios por el desierto en pos de la tierra prometida, el Señor le mandó construir en el desierto una estancia donde se le adorara, una casa que simbolizara la majestad de Dios y la alianza con su pueblo. Este templo movible en el desierto se llamaba “el Tabernáculo”. Se componía del Santuario y del Atrio. El Santuario era una gran tienda de campaña cuyo interior estaba dividido por un velo en dos partes: el Santo o “Sancta” y el Santísimo o “Sancta Santorum”. El recinto exterior del Santuario era el Atrio, que estaba rodeado por sesenta columnas de madera. Al Sancta Sanctorum sólo tenía acceso el sumo Sacerdote, al Sancta los sacerdotes, y al Atrio todo el pueblo pues allí estaba —dentro de ese recinto— el altar donde se ofrecían los sacrificios o altar de los holocaustos. Este altar se encontraba en el exterior: era una plataforma con un enrejado de bronce en su interior y que servía de parrilla. De los cuatro ángulos superiores salían siete cuernos también de bronce. A la plataforma más grande subía el sacerdote, y lo hacía a través de una pequeña rampa que había para acceder fácilmente al altar.
El lugar más sagrado, donde habitaba la gloria de Dios, era el Sancta Sanctorum. Este era exactamente cúbico. En medio de él se guardaba el mayor tesoro del pueblo: el Arca de la Alianza y el propiciatorio. El Arca era de madera de Setín y estaba revestida exterior e interiormente de oro purismo. Tenía cuatro anillas de oro en los ángulos por las cuales pasaban dos varas de madera de Setín, doradas, que nunca debían retirarse y que servían para transportar el Arca. En el Arca quedaron depositadas las tablas de la Ley, el vaso con el maná, y más tarde la vara de Aarón. El propiciatorio cubría el Arca, era lo que la tapaba y protegía. Se trataba de una plancha de oro purísimo sobre la que estaban dos querubines de oro repujado, puestos frente a frente, ladeados, y con sus alas extendidas protegiendo el Arca y señalando a la vez el centro de la misma. Se llama propiciatorio pues por ahí se derramaba la sangre de los sacrificios. Encima del propiciatorio estaba la nube, que era la gloria de Dios. La nube se llamaba “el Kabod”, que significa “la gloria”.
El Sancta era la otra parte de la tienda de campaña, de menor importancia que el Sancta Sanctorum, pero que también era un lugar sagrado. En esta habitación se colocaba la mesa con los panes de la proposición. Encima de la mesa se ponían en dos pilas de seis —sobre dos platos— doce tortas delgadas, según el número de las tribus de Israel. También se colocaban sobre esta mesa unas vasijas de oro con vino, que se ofrecía a Dios derramándose en el altar de los holocaustos al quemarse el incienso. Frente a esta mesa se colocaba el candelabro de oro de siete brazos, que debía arder día y noche delante del Señor. Y más cercano al velo del Sancta Santorum estaba situado el altar del incienso, que era de oro.
Todo el Antiguo Testamento encierra profunda relación con el Nuevo Testamento. La Iglesia de Cristo como el Tabernáculo es un todo majestuoso, armónico, que es de Dios. Sus más preciosos tesoros son los que están escondidos en el Arca que simboliza el Sagrario, donde está Cristo. Las tablas de la Ley eran de piedra, mientras que la ley de Cristo es de amor, viene del corazón y es el Evangelio, la nueva Ley del amor traída por Cristo. La mesa de los panes de la proposición es el pan del cielo, el Santísimo Sacramento. El candelabro es el Evangelio y sus siete brazos simbolizan los siete dones del Espíritu Santo y los siete Sacramentos. El altar de los holocaustos es el madero de la Cruz

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