sábado, 11 de agosto de 2012

Campo de trabajo del Colegio Retamar. Crónica 2.

Siguen contando su experiencia, ya después de haber pasado unos días trabajando. En esta foto salen algunos alumnos en Nazareth Village, con trajes típicos de la época del Señor

"¿Cómo es un día de este campo de trabajo?  Vivimos en una casa-albergue de peregrinos situado sobre una colina desde la que se domina toda la ciudad de Nazareth... No podéis imaginaros lo agradable que es el despertar con el tierno lamento de los almuédanos que llaman a la oración a las cinco y poco de la mañana, coreados por gallos y camiones de la basura.
Después de desayunar, nos dividimos en dos grupos. Uno va a Nazareth Village y el otro corre por las calles de la ciudad para coger el bus que le conducirá al hospital de la Sagrada Familia de los Fatebenefratelli.
Nazareth Village es un parque temático en que se intenta reconstruir cómo era la vida en la antigua aldea de Nazaret en tiempos de Jesucristo. Nos dividimos en dos grupos: el primero liderado por don Luis, realiza un arduo trabajo físico en lo alto de las chozas para construir los tejados. Tienen que fabricar el barro para mezclarlo con arena y yeso, subirlo a base de fuerza bruta para que otros lo coloquen con cuidado sobre una urdimbre de cañas de bambú. El segundo grupo, liderado por Álvaro Cano, se disfraza de pastores, agricultores, molineros, lavanderas, ovejita, etc., de forma que mientras trabajan son admirados, fotografiados y contemplados por hordas de turistas japoneses con cámaras Kodak, americanos que preguntan si uno se gana así bien la vida (la respuesta ha sido un sí rotundo). A todo esto, la temperatura debajo de las chilabas, turbantes y sherbayim, no baja de los cincuenta grados (Celsius, por supuesto). Hemos agotado las reservas de protector solar y cada día es más cierto lo del chiste de los cangrejos.
En el hospital italiano el trabajo consiste en adecentar toda la jardinería, que no es poca. Al principio, se fiaban poco y nos enviaron a limpiar el jardín selvático de la Guest House. Cuando al poco rato lo acabamos, pedimos más trabajo. Hemos ayudado también en el archivo del hospital y mañana nos espera un talud enorme, labores en la lavandería y arreglos con el jefe de mantenimiento. A medida que pasa el tiempo, se entusiasman más con nosotros y nos encomiendan más tareas. El archivo sigue en pie a pesar de los voluntarios que han salido de él tatuados con sus respectivos nombres en hebreo y en árabe. La tinta es indeleble.
Firmado por Alha-baro Cano y Hakobo Mustafá Bernar".

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