sábado, 13 de abril de 2013

Historia de Emaus


Con el nombre de Emaús existía una ciudad al oeste de Jerusalén que aparece en el Antiguo Testamento: en el año 165 antes de Cristo, el ejército seléucida de Nicanor y Gorgias, acampado en las proximidades, sufrió una importante derrota a manos de la rebelión judía liderada por Judas Macabeo (Cfr 1 Mac, 3-38; 4-25). También se construyó allí una fortaleza por la misma época (1 Mac 9, 50), de la que todavía quedan algunos restos. 


Su situación estratégica –en el camino entre la ciudad portuaria de Jaffa y Jerusalén, donde termina la llanura y comien-zan las montañas centrales de Palestina– hizo que los romanos la convirtieran en un importante núcleo administrativo a mediados del siglo primero antes de Cristo. Sin embargo, como represalia por un ataque a una de sus cohortes, fue incendiada y arrasada en el 4 a.C. La ciudad debía de estar reconstruida hacia los años 66-67 de nuestra era, porque los historiadores Flavio Josefo y Plinio la enumeran entre las capitales de distrito, y Vespasiano la conquistó en su campaña para someter el levantamiento de los judíos. Pasó entonces a llamarse Nicópolis, ciudad de la victoria, nombre que quedó confirmado cuando recibió el título de ciudad romana, en el año 223.




En el año 638, los árabes invadieron Palestina y conquistaron Nicópolis, que pasó a llamarse Ammwas.Aunque hay noticias de que su población fue evacuada dos años después a causa de una plaga, la ciudad mantuvo su importancia como cabeza de distrito durante la dominación islámica. En junio de 1099, fue el último bastión tomado por los cruzados en su camino hacia Jerusalén. En el siglo XII, durante los reinos cristianos, se construyó una iglesia sobre las ruinas de una basílica de época bizantina. 

Al mismo tiempo, la tradición que identificaba Nicópolis con la Emaús evangélica perdió fuerza frente al dato de la distancia, y se empezó a buscar otro lugar, en un radio de sesenta estadios desde la Ciudad Santa. Primero se sugirió el castillo de Fontenoid, en la actual Abu-Gosh, pero no obtuvo mucho éxito; y en el siglo XIV se propuso El Qubeibeh, que persiste todavía hoy en la tradición recogida por los franciscanos. Desgraciadamente, la iglesia de Emaús-Nicópolis quedó abandonada al irse los cruzados, y la presencia cristiana desapareció de la ciudad hasta finales del siglo XIX. Por iniciativa de la beata Mariam de Belén, religiosa carmelita, en 1878 se compró el terreno donde estaban las ruinas del templo y se reanudaron las peregrinaciones. Las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en 1880, en 1924 ( y las que se realizan actualmente han puesto al descubierto los vestigios de dos basílicas bizantinas y de una iglesia medieval –la de los cruzados–, construida con piedras tomadas de las ruinas de las dos primeras.

J. Gil

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