sábado, 9 de noviembre de 2013

Los recaudadores de impuestos como Mateo


"En aquel tiempo, vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: Sígueme. Él se levantó y le siguió. Y sucedió que estando Él a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos. Al verlo los fariseos decían a los discípulos: ¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores? Mas Él, al oírlo, dijo: No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal. Id, pues, a aprender qué significa aquello de: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores" (Mt 9, 9-13).


Vamos a hablar hoy de la que fue la profesión de san Mateo antes de ser llamado por el Señor: recaudador de impuestos. En el Imperio romano, una de las funciones oficiales de los funcionarios imperiales era la de recaudar los impuestos sobre las tierras. El derecho de recaudar impuestos sobre las exportaciones, importaciones y el transporte de mercancías por el país lo compraban en subasta pública los mejores postores, que obtenían como ganancia la diferencia entre el dinero que recaudasen y la cantidad que habían pagado en la subasta. Estos hombres, conocidos por el nombre de publicanos, arrendaban a subcontratistas el derecho de recaudar impuestos en ciertas partes de su territorio. Los subcontratistas, a su vez, estaban al cargo de otros hombres que recaudaban personalmente a su vez los impuestos. Este es el caso de Zaqueo, que parece era el jefe de los recaudadores de impuestos de Jericó y sus alrededores. Mateo, en cambio, era uno de los que recaudaban personalmente los impuestos. Debía tener su oficina de impuestos en Cafarnaum o en sus alrededores, que es donde le llamó el Señor.

En Palestina había muchos recaudadores de impuestos judíos. Sus compatriotas los tenían en muy poca estima, pues a menudo exigían un impuesto superior al fijado. Solían evitar su compañía y los situaban en la misma categoría que los pecadores. También guardaban rencor a los recaudadores de impuestos, porque estaban al servicio de Roma, una potencia extranjera.

La economía principalmente rural de Galilea no proporcionaba muchos ingresos y había que pagar la estructura pública y a la potencia extrangera invasora. Como consecuencia sobrevivir económicamente no era fácil, y se puede decir que por la situación la mayor parte de la gente era muy humilde.

La recaudación de impuestos en esa época era rústica. Los ingresos fiscales tenían que establecerse mediante criterios subjetivos, que dependían de cada estructura o cada cobrador.

Como botón de muestra, Galilea tenía que pagar 600 talentos al año. Un talento era lo equivalente a 6.000 dracmas. El salario de un jornalero que trabajara para un propietario de tierras era de una dracma diaria, que equivalía como a 3 o 4 gramos de plata.

A partir de los 14 años era obligatorio pagar impuestos. Había un impuesto que cada varón de más de trece años tenía que pagar, otro por la propiedad de la tierra, otro por la producción agrícola. También había otro tipo de impuestos, como el del cobro de peajes por el uso de los caminos y de las rutas comerciales de la época.

En otro grupo podríamos situar los impuestos religiosos. Había un impuesto para el templo y un diezmo para los sacerdotes. Además de esto, la economía estaba de alguna manera controlada por el consejo de los sacerdotes, el llamado Sanderín, que hacía de banco central de la época. El conjunto era bastante alto, había que pagar mucho y, como es lógico, los impuestos eran bastante impopulares. Hubo incluso bastantes revueltas en esa época que eran sofocadas por las tropas del imperio.

A los recaudadores de impuestos se les llamaba publicanos. Era un sector de la sociedad muy mal visto, y que se juntaban entre ellos. Tenían prohibido participar en las ceremonias religiosas de la época, dado que su oficio era bastante arbitrario. Por lo general solían cobrar de más y quedarse con la diferencia. Por otro lado los publicanos de la época tenían bastante cultura comparado con el resto de la población, porque sabían leer y escribir. Además necesitaban saber algo de griego para tratar con comerciantes internacionales.

Por ejemplo, Mateo cobraría un impuesto por cruzar el lago de Genesareth, ya que estaba cerca de Cafarnaún, y ese era un impuesto que cobraba como arancel o peaje. Esta claro que es otra época, pero muchos de esos impuestos también se cobran hoy en día, aunque reciban nombres distintos: impuestos de peajes, impuestos de la propiedad, o impuestos por la compra de determinados productos.

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